LAS DROGAS INTELIGENTES ESTÁN EN AUGE...

...Y NO SON TAN INTELIGENTES...





Drogas legales que mejoran la mente. Que aumentan tu capacidad neuronal y te ayudan a utilizar mejor tus recursos. Durante años, esta idea ha circulado por laboratorios y departamentos de distintas universidades, especialmente después de los psicodélicos 60. En 1972, el químico rumano Corneliu E. Giurgea acuñó el término nootrópico -—del griego nous (mente) y tropein (hacia)— al sintetizar por primera vez el Piracetam, un fármaco que ayuda a que las neuronas capten mejor el oxígeno. En los 2000, diversas comunidades online expandieron toda una filosofía del hackeo biológico. Y ahora, estas sustancias han florecido en el lugar al que llega todo lo que a priori parece inverosímil: Silicon Valley. En una cultura en la cual trabajar más horas es símbolo de estatus social, las drogas inteligentes han encontrado un hábitat natural para desarrollarse y, también, comercializarse.

"Llevo dos meses tomando nootrópicos. El catálogo es amplio y existen miles de combinaciones. En foros como LongeCity, los usuarios comparten sus cócteles preferidos, reseñan la calidad de los proveedores y aconsejan opciones para hacerlos tú mismo. Como soy un principiante, he preferido ir a lo seguro y comprar online dos lotes: Nootroo y Nootrobox. Con el primero hay que alternar entre las píldoras Gold y Silver, que contienen colina, L-teanina, cafeína y elementos como noopept para restaurar la memoria y phenylpiracetam para mejorar las capacidades cognitivas. A diferencia de Bradley Cooper en la película Sin límites, no me he puesto a limpiar como un maniático, ni he escrito un best seller o ganado millones especulando en bolsa. Los nootrópicos no nos convierten milagrosamente en genios; su efecto es mucho más sutil y gradual.

Después de unas semanas, comienzo a notar una mejora en mi agudeza mental y a alcanzar lo que llaman "concentración calmada". Eric Matzner, CEO de Nootroo, me aconseja complementarlos con una dieta saludable y meditación. Él lleva años entrenando para leer a velocidades de entre 800 y 1000 palabras por minuto y escribe con una rapidez vertiginosa. También me alerta de la desinformación imperante: "La traducción que da Wikipedia del origen de la palabra nootrópico ya es incorrecta. Ese es el nivel de desconocimiento".

El otro lote es Nootrobox, compañía cofundada por Geoffrey Woo. Al suministrármelos, él mismo me comenta que, cuando empezó a experimentar con nootrópicos, vio que "todo era una especie de salvaje oeste, no te podías fiar de la calidad ni transparencia de las compañías, así que decidí ser mucho más riguroso con la información clínica de lo que tomaba". En su producto hay tres botes: Rise, Sprint y Yawn, además de las gominolas de café Go Cubes, todo empaquetado con una cuidada estética.

Cada pastilla tiene su hora y función

Rise se toma nada más despertar, y empieza a tener efecto a partir de 2 semanas. Sus efectos son apenas perceptibles: cierto empujón mañanero y nada más. Sprint y los Go Cubes incluyen cafeína, l-teanina y varias vitaminas B. Se acercan más a lo que esperaba, un estado de alerta y claridad mental. La última de las pastillas, Yawn, realmente no es un nootrópico, sino más bien lo contrario: se toma antes de ir a la cama y contiene melatonina. Y funciona: duermes como los ángeles.

Matzner me enseña una cita de el filósofo Nick Bostrom: "Imagina una droga que mejorase nuestro rendimiento cognitivo solo en un 1%, y 10 millones de científicos se beneficiasen de ella. Incluso Einstein o Darwin en el pico de sus carreras no podrían producir tal impacto". Después me muestra un gráfico y me explica sonriente que "el Piracetam hace justo eso, solo que mejora nuestras capacidades bastante más que un 1%". Después de dos meses de pruebas, no puedo decir que haya alcanzado ese porcentaje, aunque sí he experimentado picos de concentración que se transformaron en productividad. Esa mejora puede hacer que, a la larga, los nootrópicos valgan la pena. La mentalidad tech, definitivamente, ya no solo se limita a lo industrial; se ha convertido en un estilo de vida. Hasta ahí, a lo desconocido de nuestra mente, nos quieren llevar los precursores del bio hacking.